Nuestro Arzobispo y Obispo Auxiliar

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Excmo. Sr. Dr. Mtro. Don Enrique Sánchez y Paredes (1919-1923)

Don Enrique Sánchez ParedesEl Segundo Arzobispo de Puebla de los Ángeles, Noveno Prebendado Angelopolitano y Quinto Alumno del “Seminario Palafoxiano” que ha ceñido la Mitra Angelopolitana, fue originario de la Villa de Amozoc, Pue., población poco distante de la ciudad de Puebla, donde nació el 14 de julio de 1876, siendo bautizado al día siguiente, en el Templo Parroquial de la mencionada población, por el Sr. Cura Don José Bernardo Fuentes, años después, Dignidad Maestrescuelas de la S. Iglesia Basílica Catedral de Puebla.

Cursó su Instrucción Primaria Elemental al lado de su padre que supo enseñarle, junto con las letras, el santo temor de Dios.

Sintiéndose llamado al Sacerdocio, en enero de 1891, ingresó en el glorioso “Seminario Palafoxiano” en donde cursó, con notable aprovechamiento, las Cátedras de Latinidad, de Filosofía y de Teología Escolástica, obteniendo en todos los cursos las más altas calificaciones, los primeros Premios y Actos Públicos.

El 16 de diciembre de 1898, recibió de manos del entonces Obispo de Puebla, Ilmo. Sr. Amézquita y Gutiérrez, la Tonsura y Ordenes Menores; el Sub—Diaconado y el Diaconado le fueron conferidos por el Ilmo. Sr. Dr. Don Francisco Campos y Ángeles, entonces Dgmo. Obispo de Tabasco, (después, Obispo de Chilapa y finalmente Obispo Titular de Doara), los días: 8 de abril de 1901 y 2 de febrero de 1902, respectivamente.

Habiendo Mons. Ibarra y González tomado posesión de la entonces Diócesis de Puebla-Tlaxcala, el 6 de julio de 1902, reconociendo las singulares dotes intelectuales y morales del Diácono Sánchez y Paredes, en octubre de ese mismo año, lo envió a Roma, para que perfeccionase sus Estudios Eclesiásticos en el meritísimo “Colegio Pio Latino Americano” y en la célebre “Universidad Gregoriana” en donde de manera laudatoria, obtuvo los grados de Doctor en Filosofía, Sgda. Teología y Derecho Canónico.

El 28 de octubre de 1903, recibió la Unción Sacerdotal, en la Capilla de San Juan Berchmans, del “Colegio Germánico”, de manos del Emmo. Cardenal Pietro Respighi (Prefecto de la Congregación de la Visitación Apostólica y de la Congregación de la Residencia de los Obispos.), habiendo cantado su Primera Misa, días después, en una célebre Iglesia de la ciudad de Roma.

A su regreso de la Ciudad de Roma, en agosto de 1906, habiendo determinado el Ilmo. y Rvmo. Sr. Ibarra y González solicitar de la Santa Sede la elevación del glorioso “Seminario Palafoxiano” a la categoría de UNIVERSIDAD, el Pbro. Dr. Sánchez y Paredes, por disposición expresa del Prelado, encabezó la Comisión encargada de redactar las Constituciones de la proyectada “Universidad Católica Angelopolitana”, que fueron aprobadas por la Sgda. Congregación de Estudios, por “Decreto” del 13 de abril de 1907, con expresa aprobación del Sumo Pontífice San Pio X (1903-1914).

Erigida la “Universidad Católica Angelopolitana” el 8 de diciembre de 1907, a principios del siguiente año de 1908, el Pbro. Dr. Sánchez y Paredes, fue nombrado Rector del Seminario y de la Universidad, sirviendo, al mismo tiempo, la Cátedra de Derecho Canónico y la clase de Religión, hasta el asalto del mencionado Plantel por las chusmas Revolucionarias, en la noche del 28 de octubre de 1914; desde ese día estuvo preso en compañía de otros 5 sacerdotes del Seminario, hasta el 16 de diciembre de ese mismo año, en que habiendo entrado a la ciudad de Puebla una facción Zapatista, quedaron libres, después de haber estado incomunicados y amenazados, repetidas veces, de ser pasados por las armas.

Ingresó al Venerable Cabildo Angelopolitano el 22 de julio de 1910, tomando posesión de una Prebenda Sub—Diaconal y el 29 de enero de 1918, por designación de la Santa Sede, tomó posesión de la Dignidad de Maestrescuelas.

Habiendo fallecido, en la ciudad de México, el 1 de febrero de 1917, el Ilmo. y Rvmo. Sr. Ibarra y González, en la Sesión Capitular del 6 de febrero citado año, el M. I. Sr. Sánchez y Paredes fue nombrado, por mayoría de votos, Vicario Capitular de la Arquidiócesis, “Sede Vacante” Cargo que, con singular acierto y laudable prudencia, desempeño, a treves de múltiples dificultades, durante aquella turbulenta época de grandes y sangrientas conmociones nacionales, hasta que S.S. Benedicto XV (1914-1922), lo Preconizó como Segundo Arzobispo Angelopolitano, por Decreto de la Sagrada Congregación Consistorial del 2 de enero de 1919.

Una de las primeras preocupaciones de este esclarecido Vicario Capitular fue le reanudación del Culto Divino, de manera permanente, ya que, desde el año de 1914, se vio constantemente hostilizado y suspendido, en algunas ocasiones, en forma violenta por las hordas Revolucionarias; el 14 de abril de 1917, por expresa disposición suya, se restableció el Culto Divino en la S. Iglesia Basílica Catedral y días después, en la casi totalidad de los Templos de la Arquidiócesis.

Otra de las importantes preocupaciones del M. I. Sr. Sánchez y Paredes fue la conveniente reorganización del “Seminario Palafoxiano”, ya que después de la clausura violenta del mencionado Plantel y de la “Universidad Católica Angelopolitana”, con la consiguiente e injusta incautación de su grandioso y bien acondicionado Edificio, el 28 de octubre de 1914 y de las graves vejaciones que sufrieron sus Superiores, Profesores y algunos Alumnos, sobrevino la consiguiente desorganización, la penuria y una vida de peregrinación y de temor de nuevos atropellos.

Durante los años de 1917 y 1918, con infatigable abnegación y múltiples esfuerzos, contando con la desinteresada y sacrificada colaboración del Pbro. Don Miguel M. Márquez, uno de los más insignes, y por desgracia desconocido, benefactores del “Seminario Palafoxiano” en los últimos tiempos, (años más tarde, M. I. Prebendado Angelopolitano), trabajó incansablemente por la restauración del Seminario, destruido y clausurado por la fobia Revolucionaria; a fines de octubre de 1917, reuniendo poco a poco a los Seminaristas que se encontraban dispersos y desorientados, se restablecieron paulatinamente, según las circunstancias, las diversas Cátedras de Teología, de Filosofía y de Gramática, en una casa de pequeñas proporciones, cerca de la antigua Iglesia de San Pablo de los Frailes Dominicos, en donde el Seminario comenzó a tener algo más de organización.

Conseguido después de laboriosas gestiones, un Local mejor adaptado que las circunstancias permitieron y con la mayor amplitud posible, en la antigua calle llamada: “Sacristía de Capuchinas #5”, (hoy calle 9 oriente #5), y que durante cerca de 10 años, albergó a los Seminaristas Palafoxianos, el día 13 de diciembre de 1918, con asistencia de casi todos los sacerdotes de la Ciudad, el M. I. Sr. Sánchez y Paredes bendijo solemnemente el mencionado Local acondicionado, hasta donde fue posible, para el Seminario; el 20 enero de 1919, se verificó la llamada “Apertura de Cursos” con la acostumbrada Solemnidad, presidida por el M, I. Sr. Sánchez y Paredes, quedando así restaurado el benemérito “Seminario Palafoxiano”, aunque no la “Universidad Católica Angelopolitana” que al fin desapareció, quedando extinguida hasta nuestros días.

En el año de 1918 se fundó la “Revista Eclesiástica” del Arzobispado Puebla Órgano Oficial de la Provincia Eclesiástica de Puebla de los Ángeles y que se publicó con toda regularidad, a través de múltiples y penosas vicisitudes, (por especio de muchos años, fue Director de la mencionada Revista el Ilmo. Sr. Dr. Don Eugenio Manzanedo y Ruiz, erudito y prestigiado Canonista, Sacerdote de vasta cultura Literaria y en Ciencias Eclesiásticas, que falleció en la ciudad de Puebla, el 15 de junio de 1954, siendo Dignidad Chantre de la S. Iglesia Basílica Catedral Angelopolitana).

Entusiasta simpatizador del incipiente movimiento Social Católico en nuestra Patria y deseoso de la efectiva y urgente restauración cristiana de la sociedad y del anhelado reconocimiento de los legítimos derechos de la clase trabajadora, de conformidad con las sabias Enseñanzas directrices del gran Pontífice León XIII (1878-1903), este ilustre Vicario Capitular tomó parte muy importante en la fundación de la “Unión Popular” y de la “Unión de Damas Católicas”, organizaciones precursoras inmediatas de la “Acción Católica” ayudó poderosamente a la completa organización de los “Caballeros de Colón” en Puebla y colaboró, con singular predilección, en la fundación, en Puebla, de la gloriosa “A.C.J.M.”, en el año de 1918, (uno de los Fundadores del Primer Grupo “A Ce Jota eMero” de la Arquidiócesis, fue el joven: Octaviano Márquez, que andando el tiempo sería el Quinto Arzobispo de Puebla).

Igualmente prestó su influencia moral a la Prensa Católica recomendando al “Progreso” y a otros periódicos Católicos y participando en la publicación y sostenimiento del Diario Católico: “La Crónica”, que existió de 1919 hasta 1928.

Fue el alma de la memorable “Semana Social” celebrada en la ciudad de Puebla, en el año de 1918, durante la que se trataron importantes Temas de palpitante interés sobre la solución de los complicados problemas de la clase trabajadora, conforme a las Enseñanzas de la Sociología Católica.

Gracias a su piadoso esfuerzo y singular simpatía, en el año de 1918, se fundó en la ciudad de Puebla, (después, paulatinamente en muchas Parroquias de la Arquidiócesis), la benemérita “Adoración Nocturna Mexicana”.

Es justo hacer aquí especial mención del ejemplar espíritu de abnegada caridad cristiana que el M. I. Sr. Sánchez y Paredes desplegó en favor de las incontables víctimas de la llamada “Influenza Española”, a fines del año de 1918 y principios del año de 1919, que tantos estragos causó en la Arquidiócesis y en todo el territorio nacional

Después de gobernar a la Arquidiócesis Angelopolitana, por espacio de más de 2 años, con el carácter de Vicario Capitular “Sede Vacante” con gran prudencie y acierto, a través de múltiples y difíciles circunstancias durante las cuales demostró el gran temple y la férrea voluntad de su gran corazón, S.S. Benedicto XV (1914-1922), reconociendo sus singulares prendas de gobierno y sus relevantes méritos, lo preconizó como Segundo Arzobispo de la Sede Metropolitana de Puebla de los Ángeles, mediante el Decreto de la Sagrada Congregación Consistorial, fechado el 24 de enero de 1919.

Habiendo tomado posesión canónica de la Arquidiócesis, personalmente, durante la Sesión Capitular del 7 de junio de 1919, habiendo prestado previamente el juramento de fidelidad y obediencia a la Senta Sede, en la forma prescrita, al día siguiente domingo 8 de junio, “Solemnidad de Pentecostés”, en la S. Iglesia Catedral Basílica Angelopolitana, fue solemnemente Consagrado por el Ilmo. Sr. Dr. Don Manuel Fulcher Pietrasanta, entonces Dgmo. Obispo de Cuernavaca, (después Obispo de Zamora, fallecido en 1946), siendo así el Quinto Prelado Angelopolitano y séptimo Prebendado Angelopolitano Consagrado en la S. I. Basílica Catedral de Puebla.

A mediados del mes de septiembre de 1919, el Excmo. y Rvmo. Sr. Arzobispo de México: Dr. Don José Mora y del Rio, (uno de los Prelados asistentes a la Ceremonia de la “Erección” de la Arquidiócesis, entonces como Obispo de Tulancingo), le impuso el Sgdo. Palio Arquiepiscopal, en la S. Iglesia Basílica Catedral Metropolitana de México, según consta en el Acta de la Sesión Capitular del día 26 de septiembre, sin precisar la fecha de esta Ceremonia.

Formado este Prelado por su egregio y Venerable Predecesor inmediato: Mons. Ibarra y González, le tocó la enorme Herencia que le legará; había sido su abnegado, adicto y eficaz colaborador en la construcción de muchas de sus grandiosas Obras y en la realización de alguno de sus magníficos Proyectos; ahora, como su inmediato Sucesor, le tocaba ser Reconstructor y Restaurador de tan glorioso pero destruido Legado.

Agobiado, desde un principio, de gravísima dolencia, se dedicó, sin embargo, desde los comienzos de su corto pero fecundo episcopado, a las arduas y múltiples actividades pastorales de su elevado y delicado Cargo: A practicar la “Santa Visita Pastoral” de su Arquidiócesis, a la completa reedificación y conveniente reorganización intelectual, y moral y económica del "Seminario Palafoxiano”, a la conveniente oportuna solución de los grandes y delicados problemas sociales, a la mejor y apropiada Instrucción Religiosa y Moral de sus diocesanos, por medio de sabias Cartas Pastorales y oportunos Edictos y prudentes Exhortaciones, y a reavivar y vigorizar la auténtica vida de piedad en su Arquidiócesis.

Con singular esplendor y fervoroso entusiasmo, a iniciativa de S. Excelencia y Rvma., ferviente devoto de la Sma. Eucaristía, durante los días: 24, 25, 26, 27 y 28 de octubre de 1921, celebro El memorable “PRIMER CONGRESO EUCARÍSTICO PROVINCIAL ANGELOPOLITANO” (el único celebrado hasta la fecha, como Provincia), en la Ciudad de Puebla, con asistencia de varios Excmos. Prelados de la República.

Asistió, como la mayoría de los Miembros del Episcopado Mexicano, a la Ceremonia de la colocación de la “Primera Piedra” del grandioso Monumento a Cristo Rey, erigido en la montaña “El Cubilete”, cerca de la ciudad de León, Guanajuato, lugar considerado como centro geográfico de la República Mexicana, acontecimiento memorable que tuvo lugar el 11 de enero de 1923. (este Monumento original fue destruido, a principios 1928, por un sacrílego bombardeo aéreo ordenado por los anticatólicos gobernantes, imperantes entonces en nuestra Patria.)

Fue un verdadero Apóstol de la Acción Social, un docto y entusiasta Maestro y Propagandista de las Enseñanzas Sociales de la Iglesia y un sincero e infatigable Defensor de la clase trabajadora, sobre todo de la campesina; perteneció al Comité Episcopal Permanente del “Secretariado Social Mexicano”, encargado de coordinar las instituciones Católico – Sociales. Celebró en la ciudad Arzobispal de Puebla, la importante “Semana Social del Clero”, para despertar el entusiasmo y el espíritu apostólico de sus sacerdotes en favor de la justa, conveniente y oportuna solución de los múltiples y graves problemas de la clase trabajadora y su apoyo moral y decidido a sus justas aspiraciones y reivindicaciones. Amparó, en forma singular, a los campesinos, en cuyo favor escribió y publicó una notable “Carta Pastoral”, proponiendo en ella los medios justos y prácticos para resolver satisfactoriamente, de manera equitativa, el llamado “Problema Agrario” todavía hoy sin solución completa; el mismo Gobierno de entonces, simpatizando con tan magníficas y prudentes Enseñanzas y sabias Orientaciones de eminente justicia social, solicitó tantos ejemplares de la misma, como Diputados había, para que estos la estudiaran y aún más, este importante y transcendental Documento fue y ha sido pedido a la Secretaría del Arzobispado por varias Revistas Católico - Sociales de varias naciones.

Impulsó la eficiente y completa enseñanza de las Ciencias Eclesiásticas, tanto en el “Seminario Palafoxiano”, como en los “Seminarios Menores Auxiliares” que, a su iniciativa, se establecieron, durante su gobierno, en varias Parroquias, (desde hace ya varios años, se suprimieron y que con Excma. Mons. Víctor Sánchez Espinosa actual Arzobispo se ha retomado), y que por especio de varios años, dieron muchas y efectivas “Vocaciones Sacerdotales”

Durante el gobierno de este Prelado, obtuvo singular auge y florecimiento la benemérita “Asociación Josefina” para el fomento de las Vocaciones, que se estableció en la mayoría de las Parroquias de Arquidiócesis; estableciéndose, de manera permanente y regular, en el Arzobispado, la celebración del llamado: “Día del Seminario”, el domingo inmediato al día 19 de marzo de cada año, durante él los fieles deben pedir a Dios, Ntro. Señor, por la Intercesión del Castísimo Patriarca Señor San José, por la multiplicación, santificación y perseverancia de las Vocaciones Sacerdotales en la Arquidiócesis, ofreciendo, al mismo tiempo, su generoso Donativo para el sostenimiento decoroso del Seminario Diocesano.

Visitó, con infatigable celo pastoral, la mayoría de las Parroquias de la Arquidiócesis, ya de la tierra caliente, ya de la tierra fría, como de la sierra, siempre lleno de brío y de santo amor por la gloria de Dios y por la salvación de las almas, no obstante, su grave y permanente enfermedad, hasta Que le sobrevino la muerte, precisamente cuando practicaba la “Santa Visita Pastoral”.

Después de un breve pero glorioso y fecundo episcopado de 3 años, 9 meses y 17 días, este infatigable Reorganizador de la Arquidiócesis Poblana, en medio de la vorágine sangrienta y destructora revolucionaria, ardiente defensor de los Derechos de la Iglesia, celoso Impulsor de las organizaciones y obras Católico Sociales, abnegado Pastor de las almas y solícito Guía de su amada Grey, particularmente de los pobres y de los humildes y los marginados de la sociedad, cuyo mejoramiento espiritual, moral y económico tanto procuró, practicando la “Santa Visita Pastoral” en la Parroquia de San Cristóbal Tepeojuma, Pue., el 22 de marzo de 1923, se sintió gravemente enfermo, por lo que fue inmediatamente trasladado el ciudad de Atlixco, Pue., hospedándose en la casa cural, donde, después de agotar todos los esfuerzos de la ciencia médica para arrancar de las garras de la muerte al ilustre paciente, el día 25 de marzo de 1923, (en ese año “Domingo de Ramos”) después de recibir, con edificante piedad, los últimos Sacramentos, siendo las 7 horas y 20 minutos de la mañana, a los 46 años, 8 meses y 11 días de edad, se durmió plácidamente en el ósculo del Señor, víctima de una pulmonía fulminante.

Embalsamado el cuerpo, se trasladó a la Ciudad de Puebla, rindiéndosele a su llegada a la misma, un respetuoso y conmovedor Homenaje de filial cariño de todas las clases sociales, en especial, de la clase trabajadora. El lunes 26 de marzo, se celebraron las solemnes exequias en la S. Iglesia Basílica Catedral, que fueron oficiados por el M. I. Sr. Dean y Vicario General, Lic. Don Manuel Díaz Calderón, (días después Vicario Capitular, “Sede Vacante” de la Arquidiócesis).

En la tarde de ese mismo día, fue sepultado en el “Panteón Francés”, donde permanecieron sepultados sus restos mortales por espacio de cerca de 21 años, hasta el 14 de marzo de 1944, en que después de ser exhumados de la mencionada Necrópolis, después de solemne “Honras Fúnebres” fueron depositados definitivamente en la “Cripta de los Obispos” abajo del grandioso Ciprés de la cuatricentenaria S. I. Catedral Basílica Angelopolitana, donde actualmente reposan.

Elogio: “Excultus, Vigilans, Restaurator” (“Profundo en la Ciencia, Vigilante, Restaurador”).