Nuestro Arzobispo y Obispo Auxiliar

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Ilmo. Sr. Don Alfonso de la Mota y Escobar (1608-1625)

Excmo Sr. Don Alfonso de la Mota y Escobar

El primer Obispo Angelopolitano del siglo XVIII, fue también el primer Obispo Mexicano de la antigua Diócesis de Tlaxcala, hoy: Arquidiócesis de Puebla de los Ángeles, ya que nació, según algunos historiadores, en la ciudad de Puebla, otros afirman que en la ciudad de México y no faltan algunos que aseguren que nació en la antigua Villa de Carrión, hoy Atlixco, Puebla; el 18 de marzo de 1546.

Es también el primer miembro del Venerable Cabildo Angelopolitano, del que fue Dgmo. Dean (11 de diciembre de 1590 – 7 de febrero de 1595), que ha ocupado la Sede Episcopal Angelopolitana.

Hizo sus estudios de las primeras letras en el Colegio Imperial de “Santa Cruz” de Tlatelulco; habiendo seguido la carrera eclesiástica, recibió la borla de Doctor en Sagrada Teología en la “Pontificia Universidad de México”. 

Ordenado ya de sacerdote, fue Cura de la Parroquia de Chiapa, en el Arzobispado de México, que por el singular celo y suma bondad con que la administró, es conocida hasta ahora con el nombre de: Chiapa de Mota.

Años más tarde se trasladó a España en comisión de la ilustre Academia de la “Pontificia Universidad de México, dando a conocer allí sus grandes talentos, así en la corte como en la celebérrima Universidad de Salamanca donde se graduó como Doctor en Sagrados Cánones; esta fama de sus singulares prendas y vasta cultura y literatura llegó hasta la Corte de Roma, formándose de él tan alto concepto que el entonces Sumo Pontífice: Sixto V, según se afirma, pensaba colocarlo en el Sacro Colegio de Cardenales y hubiera vestido sin duda la Púrpura Cardenalicia a no haber fallecido el mencionado Pontífice.

Volvió a su Patria, probablemente, por el año de 1588, provisto de la dignidad de Dean de la S.I. Catedral de Michoacán, de donde el 12 de Abril de 1590 fue promovido a igual Dignidad a la de Puebla de los Ángeles, de la que tomó posesión el 11 de diciembre de 1590 y que ocupo hasta el 7 de febrero de 1595, en que fue presentado para el Deanato de la S.I. Catedral Metropolitana de México.

En 1596 el Rey Felipe II de España lo presentó a la Santa Sede Apostólica para los Obispados de Nicaragua y Panamá que no quiso aceptar; el 22 de octubre de 1597 fue presentado para el obispado de Guadalajara, que se encontraba “Vacante” por el fallecimiento de su Prelado, el Excelentísimo Sr. Francisco Santos García de Ontiveros y Martínez, y que sí acepto, del que tomó posesión, por apoderado, el 7 de noviembre de 1598 y al que gobernó, con ejemplar prudencia e infatigable celo pastoral, por espacio de 7 años y 6 meses.

El 26 de mayo de 1605 fue promovido como Obispo Auxiliar (el primer Obispo Auxiliar que registra el “Episcopologio Angelopolitano), del Ilmo. Sr. Romano y Gobea, Obispo de Puebla, que era muy anciano, lleno de achaques y que se encontraba casi ciego, desempeñando dicho cargo, con abnegado celo apostólico, hasta el 12 de febrero de 1607, en que fue presentado para sucederle en la Sede Episcopal Angelopolitana, tomando posesión de ella, por poder otorgado al entonces Cango. Maestrescuelas: Lic. Pedro de la Vega y Sarmiento, el 19 de abril de 1608.

Por desgracia, no obstante asiduas investigaciones en varios documentos históricos, no se han encontrado datos sobre el lugar, fecha y año de la Consagración Episcopal de este insigne Prelado Angelopolitano.

Varón de gran espíritu progresista y de singular iniciativa, contribuyó a la fundación del Convento de las Religiosas de la Santísima Trinidad, cediéndoles, para su ampliación, su Palacio Episcopal que había edificado a sus expensa, emprendiendo, después, la construcción del nuevo Palacio Episcopal, donde actualmente se encuentran las Oficinas de Correos y Telégrafos de Coliseo; las aderezó y dispuso de suerte que pido habitar en ellas y después uno de sus sucesores: El Excelentísimo y Venerable Beato Juan de Palafox y Mendoza, que durante su gobierno, aumento mucho su construcción y, finalmente, el Excelentísimo Sr. Fernández de Santa Cruz terminó este magnífico Palacio Episcopal, actualmente en poder del Gobierno como Propiedad Federal.

El 18 de diciembre de 1619, el Venerable Cabildo Angelopolitano hiso juramento de defender y predicar la Inmaculada Concepción de María, rescatando un documento alusivo que firmaron el Prelado y todos los Señores Capitulares.

En enero de 1625 (2 meses escasos antes de su muerte), fundó el “Colegio de San Ildefonso” de estudios superiores, a cargo de los Religiosos de la “Compañía de Jesús”, que bien puede considerarse como el primer colegio de los Jesuitas fundado en la ciudad de Puebla; al ser expulsados los religiosos de la “Compañía de Jesús” de España y de todas sus colonias de ultramar, en 1767, por orden del Rey Carlos III de España, este Colegio lo transformó el entonces Obispo de Puebla, el Excelentísimo Sr. López Gonzalo en “Hospicio de Pobres”, actualmente dicho colegio, que después fue hospital y hospicio de los niños y que en el transcurso de los años, ha sufrido muchas reformas y adaptaciones, sirve para albergar una pequeña escuela primaria, una escuela de arte y oficios para mujeres y unas oficinas de Beneficencia Pública del Estado.

Las limosnas de este caritativo Prelado fueron continuas y crecidas, especialmente cuando salía a visitar la Diócesis; su gobierno fue pacifico y benigno, con lo que se hizo amar y venerar de su clero y de sus diocesanos que consideraban y veían en su santo Prelado: “a un padre amoroso siempre dispuesto a consolarlos en sus aflicciones y socorrerlos pródigamente en sus necesidades”.

Después de gobernar a su extensa diócesis, con ejemplar prudencia y edificante bondad, por espacio de 17 años, menos 17 días, falleció, el 16 de marzo de 1625, en su Palacio Episcopal de la ciudad de Puebla.

Después de las solemnes “honras fúnebres” celebradas en S. Catedral, su cadáver, acatando su última voluntad, fue sepultado en el Templo de San Ildefonso de la ciudad de Puebla, donde actualmente reposan sus restos mortales.

Elogio: “Pacificus, Elocuens, Magnificus” (Pacificador, Elocuente, Magnánimo).