Boletín jul. 16 / 2020, Sobre el Don de la Vida y La Dignidad Humana

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Dado en México, el 16 de julio del 2020
Prot. 65º / 2020

BOLETÍN DE PRENSA

PRESENTACIÓN DE LA DECLARACIÓN CONJUNTA DE LOS OBISPOS DE MÉXICO
SOBRE EL DON DE LA VIDA Y LA DIGNIDAD HUMANA

  • ● Los obispos de México presentan declaración conjunta en favor de la dignidad humana y la vida.
  • ● Advierten de una crisis histórica por los niveles de violencia que se sufre en el país a manos de los criminales.
  • ● Recuerdan que el aborto, las drogas, la trata de personas, la corrupción y la falta de solidaridad ante la pobreza son atentados contra la vida y la dignidad humanas.
  • ● Invitan a autoridades y a todos los ciudadanos a sumarse a la construcción de una sociedad en favor del don de la vida y la dignidad humana.

Los Obispos de México presentan una Declaración sobre el don de la vida y la dignidad humana en un momento en que México sufre los embates de la “cultura de la muerte” y se enfrenta a desafíos que están llamados a iluminar para dar así “razón de nuestra esperanza”. Tienen presente lo que nos dijo la Virgen de Guadalupe, nuestra Madre: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?” (Nican Mopohua, 119).

Todos somos conscientes de que el año 2020 va a dejar una huella en la historia del mundo y de México por la pandemia del COVID-19, por los estragos de la enfermedad y de sus efectos en la economía. Este año, también ha traído a México otra peste mortal: la violencia y la inseguridad que han alcanzado niveles nunca vistos, sea por su cantidad, frecuencia y crueldad.

Los obispos observan a la “cultura de la muerte” que se manifiesta, entre otras formas:

  • ● En actos de violencia, cada vez más numerosos y cruentos.
  • ● En considerar a la vida de un hijo como si fuera derecho de un adulto.
  • ● En volvernos insensibles ante la eutanasia, en la ruptura de las familias.
  • ● En los esfuerzos por legalizar los estupefacientes y otras drogas.
  • ● En la difusión de una visión pobre y distorsionada de la sexualidad.
  • ● En la corrupción.
  • ● En la trata de personas con fines de explotación sexual o laboral
  • ● En la indiferencia de algunos ante la pobreza.
  • ● Y en el abuso y daño de la naturaleza por el consumismo extremo.

Estos signos, no intentan ser un diagnóstico exhaustivo, sino la exposición de algunas de las manifestaciones más visibles de los desafíos que enfrentamos.

Los obispos ven con gran pesar que algunos proponen programas de gobierno, leyes, y criterios judiciales que atentan contra la dignidad de la persona humana y en particular contra su vida. Dichas acciones, son confusas para la mayoría de los mexicanos y son contrarias, no solo a las enseñanzas de la Iglesia, sino a la dignidad y los derechos fundamentales de la persona humana, y contradicen la tradición de valores que alimentan a nuestra cultura nacional. En múltiples intervenciones el Papa Francisco ha identificado claramente este fenómeno humano y lo ha llamado “cultura del descarte” (cfr. EG 53)” (PGP 20).

Invitan así mismo a todos a una participación más constructiva y propositiva de todos para sustituir a la “cultura de la muerte”, con el anuncio atractivo de la cultura de la vida y la dignidad humana. Reconocen que cada vez más personajes públicos se pronuncian a favor de una agenda social que busque la dignidad de la persona, el bien de la familia y el desarrollo de la sociedad, en un entorno de libertad y corresponsabilidad.

Como sucesores de los apóstoles y pastores de la Iglesia peregrina en México:

  • ● Celebran que cada persona es creada por Dios como un ser que merece ser amado por sí mismo y nunca deber ser usado como un medio.
  • ● Reafirman que debe reconocerse incondicionalmente el derecho inalienable de cada ser humano a ser reconocido y tratado como persona, sin limitar ese derecho por su grado de desarrollo, su salud, su origen o su condición social o económica.
  • ● Por consiguiente, denuncian todo intento de arrebatar la protección de la ley a los seres humanos antes de nacer.
  • ● Confían en que habrá políticas de salud que excluyan la eutanasia (que elimina la vida del paciente) y se centren en los cuidados paliativos y el acompañamiento.
  • ● Se suman a la promoción de la salud sin adicciones ni consumo de drogas.
  • ● Reafirman el compromiso de la Iglesia de atender según su dignidad humana a todas las personas, en particular y a ejemplo del Señor, a los más vulnerables.
  • ● Reafirman que la relación complementaria y recíproca de la persona se da entre hombre y mujer. En esta referencia es posible el matrimonio y su apertura a la posibilidad de una nueva vida humana.
  • ● Reafirman que los niños en adopción merecen que la sociedad los confíe a un hogar conformado por padre y madre, que es el ámbito natural del cual proceden.
  • ● Reafirman que la “renta de vientres” o maternidad subrogada constituye una explotación de la mujer, de quien se abusa con fines reproductivos.
  • ● Denuncian que no es justificable la doble vida. Las virtudes que se ejercen en la vida pública se cultivan en la vida privada.
  • ● Anuncian que los seres humanos tenemos una responsabilidad en nuestras actividades, para no abusar ni destruir la naturaleza de nuestro planeta, que es la casa común que habitamos.

Reconocen la importancia de una sociedad libre llamada a consolidar su democracia. Por ello, se oponen a limitar el derecho a la libre expresión de la verdad. Un auténtico régimen de libertades incluye la libertad religiosa que nos permite vivir en público y en privado conforme a nuestras convicciones de conciencia.

Lanzan una firme y clara exhortación a los criminales para abandonar el camino del mal y reconciliarse con Dios y con sus hermanos. A las autoridades civiles exigen la vigencia plena del Estado de Derecho. La aplicación discrecional de la ley es contraria a la justicia. A los fieles católicos y a todas las personas de buena voluntad, los invitamos a construir una sociedad en paz y respetuosa de las leyes justas.

La misericordia de Dios siempre está disponible para el pecador arrepentido, aún en los casos de aborto. Los católicos que han participado activamente en la promoción o procuración deliberada del aborto están llamados a reconciliarse con Dios y con la Iglesia a través del sacramento de la confesión.

Reafirman que continuarán colaborando con todos para promover la dignidad de cada persona humana, desde la concepción hasta la muerte natural.

Concluyen poniendo esta declaración en manos de la Santísima Virgen de Guadalupe, nuestra Madre, para que nos proteja bajo su manto y con la mirada puesta en Cristo Redentor.